Me encanta el otoño. Aunque es verdad que mi alergia no me permite disfrutarlo al 100%, los colores, las hojas secas cayendo de los árboles, ese frío que todavía no resulta insoportable, me produce una especie de nostalgia agradable, no de las tristes. Además, la cocina de otoño también me gusta. Empieza el frío y con las ganas de estar más en casa, vienen las ganas de cocinar cosas ricas. La cuchara de madera sale del fondo del cajón y a las seis de la tarde, que ya es de noche, empezamos a pensar qué cenamos. Gorda yo?
A mí se me ocurrió preparar este risotto, con colores muy otoñales: naranja-calabaza y ocre-setas/hongos. Usé una variedad muy local, que a pesar de la mala pinta que tiene, está muy muy rico:
rovellons en catalán o níscalos en castellano.
Ingredientes (2 personas)
1 taza de arroz de grano redondo, 1/2 cebolla, 2 rodajas de calabaza, 6 champiñones pequeños, 3
rovellons grandes, 2 tazas de caldo de verdura, 1/2 taza de vino blanco, queso parmesano, sal, aceite de oliva y perejil.